Las personas queremos envejecer en casa, incluso llegada la
situación de precisar cuidados de una forma mantenida. Esta es una preferencia repetidamente expresada por
la ciudadanía y una directriz internacionalmente consensuada que debe orientar
el diseño de las políticas sociosanitarias en la atención a la dependencia.
Sin embargo, vivir en casa no siempre es posible ni tan
siquiera la mejor opción. Los recursos residenciales siguen y seguirán siendo
necesarios aunque no sean la prioridad en el modelo de protección social y en
la provisión de cuidados. Las residencias son especialmente necesarias cuando el cuidado se torna complejo, como es el caso de las personas con una demencia avanzada o cuando presentan importantes
problemas de salud. Una tendencia que ya se viene observando en los países más
desarrollados.
Optar por vivir en un centro residencial
no suele ser una decisión sencilla. Implica un tránsito importante en la vida y
con frecuencia es una opción que se toma cuando ya no
queda más remedio. Habitualmente, cuando la persona tiene una demencia, es una
decisión que corresponde a los familiares más cercanos, en ocasiones tras un largo proceso de cuidados, no exento de renuncias personales, dificultades y
grandes dudas.
En ocasiones, el traslado a una residencia hace sentir a la
persona que su vida se ha agotado, que este tránsito es algo así como el paso a
la sala de espera de la muerte. Freeman hace referencia al “cierre narrativo¨ que se produce cuando la
persona al irse a vivir a una residencia siente que su vida ha acabado y,
por tanto, su relato en relación al presente-futuro no existe o carece de
sentido. Una situación que conduce a la pérdida de la identidad personal, a la
desesperanza y al abandono vital.
Creo que es necesario preguntarnos hasta qué punto esta
percepción que algunas personas expresan cuando van a vivir a residencias, tiene
que ver, al menos en parte, con el modelo de vida y cuidados que desde estos
servicios venimos dispensando.
La misión de las residencias suele ser definida como la de proporcionar alojamiento y servicios diversos durante las 24 horas del día a las personas que ya no pueden permanecer en sus casas. Una definición que a mi juicio es francamente limitada al ignorar o no enfatizar que los servicios que incluyen la atención residencial no son el fin último sino que deben ser considerados como medios o apoyos para que las personas puedan seguir desarrollando vidas deseadas y significativas.
La Atención Gerontológica Centrada en la Persona busca que
las personas mayores no pierdan el control sobre su vida por el hecho de
precisar cuidados. Este enfoque defiende y pretende brindar apoyos para que las personas puedan tomar una parte activa en su atención y disfrutar de una
vida que tenga sentido, que merezca la pena ser vivida.También cuando éstas
viven en residencias, donde muchas de ellas tienen distintos grados y tipos de
deterioro cognitivo.
Que una persona no tenga competencia suficiente
para reflexionar sobre el sentido
de su vida y decidir cómo
dirigirla, no debería interpretarse como la ausencia de un proyecto vital propio y del derecho a seguir disfrutando una
vida acorde al mismo. Un proyecto de
vida que por las importantes dificultades en cuanto a la introspección y auto-dirección debe ser orientado y
conducido con la guía y el apoyo de quienes cuidan y acompañan, pero desde el respeto a la identidad personal, a los valores subjetivos, y siempre orientado a la búsqueda de un modo de vida que permita oportunidades de bienestar.
Desde la ACP se defiende e impulsa que los servicios
residenciales se parezcan y permitan un modo de vida similar al de una casa (modelo hogareño o housing) donde las personas puedan seguir con sus modos de vida, mantener relaciones sociales significativas y tener control sobre su día a día. Algo que difícilmente puede
conseguirse con los modelos tradicionales e institucionales donde las biografías
individuales tienen el riesgo de ser borradas. Modelos institucionales ya obsoletos pero todavía muy habituales en los que la atención se que se organiza desde una mirada exclusivamente centrada en la carencia, en la enfermedad, y donde las normas se dictan buscando el cumplimiento de las tareas y otras cuestiones organizativas antes que las necesidades y las preferencias
de las personas.
Para ello es imprescindible avanzar hacia nuevos modelos
arquitectónicos, funcionales y organizacionales donde las residencias sean
lugares de vida, espacios de interacción cotidiana hogareña, alejados de
las rutinas y los ambientes
institucionales, donde los cuidados personales, los servicios profesionales y la
actividad cotidiana partan de reconocer a las personas como seres valiosos,
dueñas de una vida propia que necesariamente ha de ser respetada y apoyada.
Apoyar los proyectos de vida de
quienes reciben cuidados y viven en residencias implica necesariamente en
primer lugar reconocer el valor y la singularidad de cada persona. Para ello es
necesario conocerla y apreciarla desde su continuidad vital, desde sus
dificultades pero también desde sus logros y capacidades. Es necesario, además, ofrecer
planes personalizados de atención donde la persona apoyada si así lo desea por su círculo familiar y social próximo pueda participar y co-decidir junto con los profesionales, para así construir un entorno de
cuidados que de modo flexible se adapte a sus necesidades, preferencias y
deseos.
Desde este blog quiero contribuir a la difusión de un proyecto
desarrollado por la Gerencia de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y
León, en el que he tenido el honor de participar junto con otros expertos y expertas, responsables de
servicios y profesionales de atención directa, destinado a elaborar una conjunto de herramientas para facilitar
la aplicación del Servicio de activación al proyecto de vida que se contempla como una prestación incluida en el catálogo de servicios sociales. Concretamente se han editado cuatro
guías destinadas a hacer efectivo este
importante y novedoso servicio en diferentes entornos de atención y cuidados.
La guía en cuya elaboración he
participado ha sido la dedicada al
entorno residencial de personas mayores y lleva por título “Guía para activar
el proyecto de vida de personas mayores en entornos residenciales”, la cual,
además, ha sido traducida al inglés.
Esta guía ofrece, en primer lugar, un marco teórico donde se
presentan de una forma sencilla las ideas y conocimientos fundamentales en relación al
sentido y proyecto de vida, su caracterización
en la vejez y cómo pueden estos conceptos ser interpretados cuando existe un deterioro cognitivo avanzado así como el efecto
que puede tener en ellos el hecho de vivir en un entorno residencial. En el documento se propone una metodología, previamente
pilotada en un centro, para trasladar un
marco de apoyo a los proyectos de vida de las personas mayores en el ámbito residencial. Finamente en la guía se incluye
un amplio anexo en el que figuran instrumentos de intervención y evaluación, recomendaciones para la buena
praxis profesional así como una selección de iniciativas de interés que se
vienen realizando en centros de esta comunidad autónoma comprometidos en
avanzar hacia servicios orientados a las personas.
Quiero acabar esta entrada expresando mi agradecimiento
a los responsables de este proyecto, especialmente a José Miguel Sánchez, por
haber confiado en mí la redacción de esta guía así como destacar la magnífica
colaboración mantenida con el equipo técnico del área de mayores, concretamente con Rosa
Fraile y con Ana Rodríguez así como con Carlos Salgado, profesor de la
Universidad de Valladolid, a lo largo de todo este proceso, meses de intenso trabajo y reflexión.
Mi reconocimiento también al magnífico equipo del centro de
personas mayores de San Roque (Villalón de Campos) que en todo momento ha mantenido
no solo la mejor colaboración posible en este proyecto sino su firme compromiso
con avanzar hacia una atención centrada en las personas, demostrando que este
cambio es posible si realmente se cree en él y se apuesta por ello.
Ha sido un placer colaborar con todos vosotros y vosotras
compartiendo una espléndida oportunidad de profundización y aprendizaje.
Esperamos que esta guía sirva para seguir avanzando en
entornos residenciales realmente personalizados, acercándonos, comprendiendo y
apoyando lo que para las personas mayores que allí viven y conviven es realmente
importante y alimenta una vida con sentido. Porque esta es la esencia de una
atención centrada en la persona.