El pasado 22 de septiembre tuvo lugar
en Madrid la Jornada “El derecho a la intimidad
y a la expresión de la sexualidad de las
personas mayores. Eso también es buen trato”, organizada por Fundación Pilares
para la Autonomía Personal en colaboración del Ayuntamiento de Madrid en la
que tuve el placer y honor de participar.
En el marco de esta jornada tuvo lugar
la presentación del libro Sexualidad en entornos residenciales de personas mayores, concebido como una guía para orientar la buena praxis profesional.
Este documento es producto del compromiso del equipo investigador, liderado por
el profesor de la Universidad de Barcelona Feliciano Villar, con el ámbito
aplicado, ofreciendo un documento que incluye elementos para guiar la reflexión
y actuación profesional desde el conocimiento científico y la ética.
Dedico esta entrada a la difusión de
este documento cuya lectura creo que puede ser de alto interés no solo para los y las profesionales de los centros y
servicios gerontológicos sino también para
las personas mayores y familiares que conviven en los mismos.
La protección de la intimidad es un aspecto clave en el buen trato y atención de las
personas mayores que precisan cuidados. Es un componente clave para hacer
efectiva las propuestas del enfoque de Atención Centrada en la Persona,el cual no
siempre ha sido suficiente reconocido y explicitado en los modelos que intentan
aplicarlo.
Como señalaba en una anterior entrada
de este mismo blog titulada La
intimidad en el cuidado ¿un derecho respetado?, la protección de intimidad parte del
reconocimiento de la dignidad de todo ser humano y se fundamenta en una doble dimensión:
legal y ética, ambas con importantes implicaciones en el cuidado.
Desde
una perspectiva ética, la protección de la intimidad guarda una estrecha
relación con el principio de autonomía. Parte del reconocimiento de la persona
como dueña de su vida y, por tanto, también de su cuerpo y de sus asuntos más
privados (salud, creencias, relaciones afectivas, sexualidad, etc.). La intimidad es también
necesaria para que las personas puedan actuar en libertad.
Por otra parte, la protección de la intimidad precisa de la confianza. Una relación basada en la confianza es
algo esencial para acceder a lo más íntimo de la persona sin que ésta se sienta insegura o amenazada. Los y las profesionales y familiares son los responsables de proteger la intimidad de estas personas, de modo que si no logran generar un espacio relacional desde la confianza, difícilmente se procurará bienestar a la persona, y por tanto, un buen cuidado.
Todo esto conlleva implicaciones en la
atención cotidiana, no solo en cuanto a
la obligación profesional e institucional de articular medidas que protejan de
una forma efectiva la privacidad y la confidencialidad de los asuntos
personales sino también en relación a la
necesidad de ofrecer un trato cálido cuando se accede a la intimidad de
las personas. No hemos de olvidar que el cuidado conlleva entrar de lleno en los asuntos más privados de las personas. La práctica totalidad de tareas y
atenciones que reciben las personas en situación de dependencia precisan de la protección de la intimidad. La garantía de privacidad y confidencialidad no basta. El trato cálido es un elemento de buena praxis imprescindible para que la persona, cuando se entra en lo más íntimo de su vida, se sienta segura y bien tratada.
Como propusimos en la guía Respetando
la intimidad, protección y trato cálido (Varios/as autores/as, 20016),
el trato cálido hace referencia a la
prestación de apoyos o cuidados desde una interacción personal que se esmera en
procurar el bienestar de la otra persona posibilitando que ésta perciba que es
estimada desde la escucha, la cercanía y el respeto a su singularidad y a sus
preferencias. El trato cálido evita que ante ciertas atenciones o
intervenciones que entran de lleno en la intimidad de las personas, éstas se
puedan sentir invadidas, amenazadas, incómodas, apresuradas, avergonzadas o
humilladas y, en consecuencia, experimenten malestar y sufran.
Mi apreciación, que compartí en la
jornada mencionada, es que en el cuidado cotidiano de las personas mayores existen algunos “asuntos olvidados” en cuanto
a la protección de la intimidad que requieren de una especial atención y de un esmerado abordaje profesional. Uno de ellos es, sin duda, el escaso reconocimiento
de la sexualidad y de las distintas necesidades que puedan existir en las
personas mayores (obviamente no iguales para todos/as), así como una insuficiente compresión de sus diversas expresiones.
Tenemos
todavía muchos retos pendientes para avanzar en modelos de atención que
realmente estén centrados en las personas y que respeten su singularidad y sus
derechos. Esperamos que esta guía que habla sobre necesidades y derechos sexuales de las personas que viven
en centros residenciales, humilde en sus objetivos pero clara en sus
planteamientos, resulte de ayuda en algunas
situaciones cotidianas, sin perder de vista que cada escenario, como
cada persona son siempre únicos e irrepetibles.
Nota: Esta guía cuenta con el apoyo y reconocimiento de las siguientes instituciones: ACRA (Associació Catalana de Recursos Assitencials); CONJUPES (Confederación Nacional de Jubilados y Pensionistas de España; FELGT (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales) y UDP (Unión Democrática de Pensionistas).
Nota: Esta guía cuenta con el apoyo y reconocimiento de las siguientes instituciones: ACRA (Associació Catalana de Recursos Assitencials); CONJUPES (Confederación Nacional de Jubilados y Pensionistas de España; FELGT (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales) y UDP (Unión Democrática de Pensionistas).