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28 de enero de 2018

Evidencia empírica y Atención Centrada en la Persona. Por Teresa Martínez



     

     Antes de que finalice este primer mes del 2018 quiero desear a todos los lectores y lectoras de este blog un buen año. Un año que nos conceda la oportunidad de hacer a los demás un poco más felices y, así, serlo nosotros mismos.

     En esta entrada quiero destacar, una vez más, la necesidad de que el progreso hacia la ACP se realice con autenticidad y con rigor. Para ello, además de honestidad, creencia y compromiso, es indispensable acudir al conocimiento, dentro del cual la evidencia empírica desempeña un papel muy relevante.

     A lo largo del pasado año he impartido en España y también en diferentes países de Latinoamérica, cada vez más interesados en el cambio de paradigma en la atención a las personas mayores, distintas conferencias dando a conocer las aportaciones de la ACP y las evidencias científicas que avalan estos modelos de atención. En todas ellas, antes de relatar los principales resultados de la investigación sobre la ACP y sus aplicaciones, he compartido una reflexión inicial que considero importante para situar de una forma adecuada el papel de la evidencia empírica en relación a esta visión de la atención. Quiero, también, exponerla en este blog.



El papel de la evidencia científica

     Sin restar importancia al papel que debe tener la investigación y la indudable necesidad de avanzar consolidando prácticas basadas en la evidencia, no hemos de  perder de vista que lo que la ACP persigue, en su esencia,  es la corrección ética del cuidado.

     Es decir, la principal fundamentación de la ACP es de naturaleza ética,  en cuanto que es un enfoque que parte  del reconocimiento de la dignidad de toda persona, con independencia de su edad, estado o circunstancias, que busca y exige un trato respetuoso mediante de intervenciones profesionales que se orientan desde valores determinados.



     La ética es la que, por tanto, refiere el QUÉ de la atención centrada en la persona, es la que define su enfoque señalando el conjunto de valores orientadores del buen hacer en el marco de la intervención social y de los cuidados. Lo hace desde una  reflexión del POR QUÉ de su bondad, es decir desde la búsqueda del bien o la mejor vida posible para las personas precisan cuidados, así como de quienes los dispensan,  por tanto, de personas que en el marco de los cuidados personales se relacionan y conviven.

     Por su parte, la evidencia científica, como uno de los tipos de conocimiento (importante,  pero no el único), aporta datos y conclusiones que pueden y deben orientarnos sobre la efectividad de los modelos e intervenciones afines a la ACP en relación a objetivos propuestos, sobre los modos más eficientes de lograrlos y también sobre las desviaciones o efectos negativos no esperados. Nos puede orientar, fundamentalmente, sobre el CÓMO aplicar una atención alineada con el conjunto de valores que promulga el enfoque ACP.

     Desde esta argumentación, la  ausencia de resultados estadísticamente significativos sobre la efectividad de algunas aplicaciones o intervenciones ACP no deberían conducir a un directo, sin matices, cuestionamiento del QUÉ. Este es un riesgo que en ocasiones se vislumbra cuándo buceamos en la búsqueda de evidencias que apoyan la ACP. 



     
     Pongamos, para que se entienda mejor lo que quiero decir, un ejemplo, tal vez algo extremo. ¿Tendría sentido cuestionar la adecuación de medidas que garanticen la privacidad en el aseo de las personas con demencia avanzada si los estudios realizados no llegan a mostrar efectos en la mejora del nivel funcional de las personas?

     Sin entrar en las dificultades metodológicas que entrañan estos trabajos, que no son pocas, como mucho podríamos concluir que las medidas incorporadas no muestran estos efectos directos en las personas con demencia avanzada. Quizás deberíamos buscar otros objetivos/resultados que tengan mayor sentido; quizás indagar en el cambio que estas medidas hubieran podido tener en las actitudes y trato de los profesionales, cuestionar el modo de la intervención, etc., etc. Lo cual es algo muy diferente a invalidar la corrección ética de estas medidas.

     Creo que es una reflexión necesaria para adentrarnos en el terreno de la búsqueda de la evidencia empírica en la ACP. Para así acercarnos con una perspectiva que nos permita interpretar adecuadamente los trabajos y estudios que detallan y  analizan los efectos de modelos y aplicaciones afines a la ACP.


La investigación sobre la Atención Centrada en la Persona

     La ACP está siendo objeto de un creciente interés en el campo de investigación tanto en el ámbito sanitario como social. Cabe hacer mención a tres de las líneas de estudios que están siendo desarrolladas.

     La primera línea de investigación se dirige a definir, en distintos contextos aplicados las propuestas y componentes de este constructo. Su principal interés radica en la gran relevancia que tiene llegar a definir  de una forma operativa la ACP en cada ámbito aplicado describiendo los componentes de mayor peso según la misión u objetivos de los servicios. Cabe destacar el trabajo del panel de expertos propuesto por la American Geriatrics Society con el objetivo de consensuar una definición y los elementos principales del enfoque ACP en la atención geriátrica de crónicos (The American Geriatrics Society Expert Panel on Person- Centered Care, 2016).


          
     La segunda línea de investigación concierne al análisis de las relaciones entre características de los servicios (diseño arquitectónico, características  del centro, criterios organizativos y metodológicos, etc.) y ACP con el propósito principal de identificar elementos que facilitan y obstaculizan la implementación de estos modelos de atención. Para conocer algunos facilitadores de la ACP en los servicios gerontológicos se puede consultar el documento La atención centrada en los servicios gerontológicos: modelos de atención y evaluación (Martinez, 2016).

     La tercera línea de investigación pretende dar cuenta de los efectos de la aplicación de estos modelos e intervenciones en distintos contextos (salud, servicios sociales, cuidados de larga duración) en las personas (personas usuarias, familias, profesionales) así como en la propia organización. Es a la que me refiero a continuación resumiendo algunos de los hallazgos hasta ahora encontrados en los estudios que han sido realizados.


Algunos resultados sobre los efectos de la ACP

     En estos últimos años se han incrementado notablemente las publicaciones científicas dirigidas a conocer los efectos de las aplicaciones afines a la ACP en distintos contextos de cuidados.

     En el campo de la salud y los servicios sanitarios, resultan de especial interés las publicaciones de Nacional Voices (2011 donde se revisó un importante número de estudios relacionados con cinco elementos clave en la ACP en salud: a) el autocuidado, b) las decisiones compartidas, c) la experiencia del paciente en consulta, d) la información y comprensión del paciente y d) la  prevención. Para cada uno de ellos se detallan los resultados encontrados distintas intervenciones, señalando si se evidencian mejoras en relación al grado de conocimiento de los pacientes, a su satisfacción, al uso y coste de los servicios y a datos objetivos de salud. Los resultados apuntan, en general, lo beneficioso de este tipo de estas aproximaciones y especialmente de algunas de las intervenciones evaluadas.

     En relación a las evidencias de aplicaciones de la ACP en servicios gerontológicos cabe mencionar el trabajo realizado por Brownie y Nancarrow (2013) donde se analizaron intervenciones llevadas a cabo en alojamientos enmarcados en el modelo hogareño. Esta revisión destaca que en los centros acogidos a la Alternativa Eden se describen mejoras en el estado de ánimo de los residentes - disminución del aburrimiento y del sentimiento de desesperanza-, así como una reducción de la depresión; y que además en otra investigación sobre el modelo Green Houses se identifican mejoras de la calidad de vida percibida en los residentes alojados en estos centros frente al grupo control (modelo residencial institucional).

     En el trabajo anteriormente citado (Martínez, 2016) tuve la oportunidad de revisar distintas aplicaciones ACP en contextos residenciales, incluyendo tanto estudios transversales (comparan centros residenciales institucionales con modelos hogareños) como estudios longitudinales (centros evaluados antes y después de llevar a cabo un proceso de formación y aplicación de la ACP). En esta revisión se concluye, en general, el hallazgo de distintos beneficios tanto para las personas mayores, como para las familias y para los profesionales de atención directa.  

     En las siguientes tablas  se resumen los principales efectos encontrados (las referencias completas de los estudios citados pueden ser consultadas en la  revisión anteriormente citada). En color verde aparecen destacados los estudios que encuentran resultados estadísticamente significativos y en negro los que no los han encontrado.

Efectos de aplicaciones ACP
en  personas mayores 



Efectos de aplicaciones ACP
en familias

Efectos de aplicaciones ACP
en profesionales












     Estos resultados avalan la bondad de las aplicaciones ACP y muestran algunos de sus efectos positivos. Sin embargo, es necesario disponer de mayores evidencias que vayan dando cuenta de los resultados encontrados concluyendo beneficios, pero también identificando las intervenciones más eficaces según los distintos contextos de cuidados.

     Para todo ello es recomendable partir de modelos e instrumentos validados y adaptados a las distintas realidades culturales. Solo así podremos  evaluar con rigor el grado de ACP dispensada en los centros. 

     Este es el objetivo principal del proyecto que en la actualidad me ocupa en colaboración con el grupo de investigación “Evaluación Psicométrica” de la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo:  la validación del modelo ACP-gerontología, un estudio en el que están participado más de 40 residencias de distintas comunidades autónomas. La Revista de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría ha publicado recientemente un artículo donde se describe este nuevo modelo. 

     Aprovecho este espacio para expresar mi agradecimiento a todas las residencias (a sus responsables, a los profesionales, a las personas mayores y a las familias) que están participando en este  estudio. Gracias por su tiempo, por su magnífica respuesta y por su compromiso con la mejora de la calidad de la atención.



Avanzar hacia la Atención Centrada en la Persona precisa incorporar en la atención cotidiana buenas praxis profesionales y organizacionales fundamentadas en la ética y diseñadas desde el conocimiento científico



Referencias

National Voices (2014).  Prioritising person-centred care. UK: National Voices.  
Brownie, S., & Nancarrow, S. (2013). Effects of person-centered care on residents and staff in aged-care facilities: a systematic review. Clinical interventions in Aging, 8, 1-10.
Bergman-Evans B. (2004). Beyond the basics: effects of the Eden Alternative model on quality of life issues. J GerontolNurs. 30, 27–34.
Robinson, S.B., &Roshe, R.B. (2006). Tangling with the barriers to culture change: creating a resident-centered nursing home environment. J GerontolNurs, 32, 19–27.
Kane, R.A., Lum, T.Y., Cutler, L.J., Degenholtz, H.B., & Yu, T.C. (2007). Resident outcomes in small-house nursing homes: A longitudinal evaluation of the initial Green House program. Journal of American GeriatricsSociety, 55, 832–839.
Martínez, T. (2016). La atención centrada en la persona en los servicios gerontológicos. Modelos de atención y evaluación. Madrid: Fundación Pilares para la Autonomía personal.