PRESENTACIÓN
La
atención centrada en la persona es un enfoque que busca el buen trato en el
cuidado a las personas en situación de fragilidad o dependencia.
En
esta entrada tenemos en honor de contar con la Dra. Sacramento Pinazo compartiendo
en este blog algunos reveladores datos
procedentes de estudios sobre el trato dispensado en residencias de personas
mayores. Sacramento Pinazo es profesora
de Psicología Social de la Universidad de Valencia y, además, en la
actualidad es Presidenta de la Sociedad Valenciana de Geriatría y Gerontología
y Vicepresidenta de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
Los
resultados que aquí de forma resumida nos presenta invitan a la reflexión, al
mostrar la imperiosa necesidad de un cambio cultural/organizativo en los
actuales modelos residenciales en nuestro país. De estos estudios se deduce la urgencia de un apoyo real a los profesionales, lo que incluye tanto la suficiencia de recursos como una formación que integre reflexión y acompañamiento, para así posibilitar cambios en la visión y en las actitudes de
quienes cuidan.
Muchísimas
gracias Sacra por participar en este blog, por tus trabajos y aportaciones en
el campo de la gerontología en el que queda tanto por investigar y aplicar.
Bienvenida a este espacio, en el que para mí, hoy, es un honor presentarte.
¿Maltrato psicológico en personas
mayores institucionalizadas o simplemente mala praxis?
Dra. Sacramento Pinazo-Herrandis. Profesora Titular del Dto de
Psicología Social de la Universidad de
Valencia.
El maltrato en personas mayores
Cualquier acto u omisión que
tenga como resultado un daño, intencionado o no, practicado sobre personas de
65 años o más, y que ocurre en el medio familiar, en el comunitario o en el
institucional, que vulnere o ponga en peligro su integridad física o psíquica,
así como el principio de autonomía o el resto de derechos fundamentales del
individuo, es denominado maltrato. Así, con
todas las letras. No importa que sea constatable objetivamente
o que sea percibido subjetivamente. En ambos casos hablamos de maltrato. El maltrato es un
problema de gran importancia que afecta a las personas mayores y que ocasiona
graves consecuencias sociales y psicológicas, pero pese a ello, son escasos los
estudios sobre la incidencia del maltrato en general en España y menos aún
sobre el maltrato psicológico en contextos institucionales.
Ya en 2002 la Declaración de Toronto definió al maltrato como un acto único o repetido, pero también la falta de una acción apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde existe una expectativa de confianza, que causa daño o angustia a una persona mayor. Por su parte, el Centro Reina Sofía (Iborra, 2003) lo definió como: “Cualquier acción voluntariamente realizada, es decir no accidental, que dañe o pueda dañar a una persona mayor; o cualquier omisión que prive a un anciano de la atención necesaria para su bienestar, así como cualquier violación de sus derechos”.
Ya en 2002 la Declaración de Toronto definió al maltrato como un acto único o repetido, pero también la falta de una acción apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde existe una expectativa de confianza, que causa daño o angustia a una persona mayor. Por su parte, el Centro Reina Sofía (Iborra, 2003) lo definió como: “Cualquier acción voluntariamente realizada, es decir no accidental, que dañe o pueda dañar a una persona mayor; o cualquier omisión que prive a un anciano de la atención necesaria para su bienestar, así como cualquier violación de sus derechos”.
No existen muchos datos
epidemiológicos sobre el maltrato a las personas mayores, y las diferentes
investigaciones ofrecen cifras diversas. Algunos autores como Pillemer y
Finkelhor (1998) dicen que la frecuencia de maltrato a personas mayores se
encuentra en un rango entre 2% y 10%. Los datos del Centro Reina Sofía (2008)
dicen que el 4,6% de los cuidadores reconocen haber maltratado a la persona
mayor a su cargo. El riesgo es especialmente alto en los cuidadores con
trastornos psicológicos, trastornos que a menudo surgen como consecuencia de la
carga del cuidado. Para Ruiz et al. (2001) la prevalencia de sospecha de
maltrato fue del 11,9%. Autoras como Bazo (2004) hablan de un 4,7% de prevalencia.
Los cuidadores reconocen más abiertamente el maltrato que las propias personas mayores. La sensación de carga en el cuidador es un factor de riesgo que se relaciona con el maltrato a las personas mayores. Otros factores de riesgo son: la falta de apoyo social, la dependencia de la persona mayor, la discapacidad, la demencia o el deterioro cognitivo y los problemas de conducta de la persona mayor (Centro Reina Sofía, 2008).
Los cuidadores reconocen más abiertamente el maltrato que las propias personas mayores. La sensación de carga en el cuidador es un factor de riesgo que se relaciona con el maltrato a las personas mayores. Otros factores de riesgo son: la falta de apoyo social, la dependencia de la persona mayor, la discapacidad, la demencia o el deterioro cognitivo y los problemas de conducta de la persona mayor (Centro Reina Sofía, 2008).
El maltrato psicológico en personas mayores
El Centro Reina Sofía
coincidiendo con la definición de INPEA y Action
on Elder Abuse, establece cinco categorías de maltrato hacia personas
mayores: maltrato físico, maltrato emocional/psicológico, negligencia, abuso
económico/financiero y abuso sexual. Si
nos centramos en su gravedad podemos hablar de distintos tipos de maltrato y
diferenciarlos como: maltrato físico con acciones como pegar, violar, o agredir; trato inadecuado desde insultar hasta hablar mal; negligencia, no dar el trato que la persona merece en
tanto que persona que es y sobreprotección, hacer cosas por el otro en
lugar de promover su conducta autónoma; ausencia de trato, ninguneo u
ostracismo, desde ignorar hasta tratar a la persona como si no hubiese
nadie presente, no hablarle. Lo que queda claro en las diferentes
investigaciones es que el maltrato psicológico/emocional o el ninguneo causan
tanto o más daño que el maltrato físico.
En este artículo nos vamos a detener en el maltrato emocional o psicológico, entendido como toda acción o actitud que provoca o puede provocar daño psicológico a la persona mayor y altera su estado emocional. Habitualmente es un tipo de daño de carácter verbal e incluso no verbal que abarca acciones diversas como: rechazar, insultar, aterrorizar, aislar, gritar, culpabilizar, humillar, intimidar, amenazar, ignorar, privar de sentimientos de amor, afecto o seguridad.
El maltrato psicológico o emocional tiene importantes repercusiones en las personas como son: depresión, ansiedad, indefensión, trastornos del sueño, pérdida de apetito, miedo, confusión, y tristeza. Es difícil medir o evaluar el maltrato psicológico o emocional por su carácter sutil y a menudo invisible a los ojos del espectador.
En este artículo nos vamos a detener en el maltrato emocional o psicológico, entendido como toda acción o actitud que provoca o puede provocar daño psicológico a la persona mayor y altera su estado emocional. Habitualmente es un tipo de daño de carácter verbal e incluso no verbal que abarca acciones diversas como: rechazar, insultar, aterrorizar, aislar, gritar, culpabilizar, humillar, intimidar, amenazar, ignorar, privar de sentimientos de amor, afecto o seguridad.
El maltrato psicológico o emocional tiene importantes repercusiones en las personas como son: depresión, ansiedad, indefensión, trastornos del sueño, pérdida de apetito, miedo, confusión, y tristeza. Es difícil medir o evaluar el maltrato psicológico o emocional por su carácter sutil y a menudo invisible a los ojos del espectador.
Algunos datos sobre el maltrato psicológico en personas mayores institucionalizadas
Para ilustrar esto con datos,
a continuación presentamos resultados de dos estudios con diferentes
metodologías pero un objetivo común: detectar conductas inadecuadas en el trato
de los profesionales a las personas mayores institucionalizadas.
Estudio I
En un primer estudio quisimos conocer la prevalencia de actitudes y/o
conductas inadecuadas de los profesionales de centros residenciales hacia las
personas mayores institucionalizadas. El estudio es transversal y descriptivo.
El instrumento utilizado fue el Cuestionario
de detección de maltrato psicológico, desarrollado por Pinazo (2011), que
consta de cuarenta y seis ítems que pregunta sobre la ocurrencia de diferentes
conductas y que se distribuyen en siete dimensiones. Las siete dimensiones son:
comunicación, comida, habitación, baño, autodeterminación, familia y toma de
decisiones. Los ítems se valoran con una escala Likert, de cinco grados, que
van desde “Nunca” hasta “Siempre”.
La muestra estaba compuesta por 223 personas (personal auxiliar, 45%; personal técnico, 9%; y servicios generales, 21%), mujeres (71.3% y 9.4% hombres y participaron en ella 10 centros residenciales de la Comunidad Valenciana, con plazas públicas (35%), concertadas (53%) y privadas (12%).
La muestra estaba compuesta por 223 personas (personal auxiliar, 45%; personal técnico, 9%; y servicios generales, 21%), mujeres (71.3% y 9.4% hombres y participaron en ella 10 centros residenciales de la Comunidad Valenciana, con plazas públicas (35%), concertadas (53%) y privadas (12%).
Algunos resultados interesantes representativos de las dimensiones fueron las siguientes conductas por parte de los profesionales, que se repetían con la frecuencia que se describe entre paréntesis:
- El profesional entra sin llamar. Según
los profesionales esta conducta se producía Siempre, Casi siempre o normalmente
(en un 17.5% de los casos), o A veces (45.3% de los casos).
- El profesional no respeta la intimidad del residente: conducta que los profesionales decían realizar Siempre, Casi siempre o Normalmente (41.2% de los casos).
- El profesional no respeta la intimidad del residente: conducta que los profesionales decían realizar Siempre, Casi siempre o Normalmente (41.2% de los casos).
- No se respetan los gustos por las prendas que quiere vestir: conducta que los profesionales realizan Siempre, Casi siempre o Normalmente (26.9% de los casos).
- No se tiene en cuenta el pudor: comportamiento realizado por los profesionales Siempre, Casi siempre o Normalmente (43.2% de los casos).
- No se promueve la autonomía: conducta que los profesionales realizan Siempre o Casi siempre o Normalmente (43.2% de los casos).
- No se explica a dónde va: conducta que se realiza Siempre, Casi siempre o Normalmente (43.5% de los casos).
- No se le pregunta qué le apetece hacer: comportamiento que los profesionales tienen Siempre, Casi siempre o Normalmente (73.5%).
- No se le pregunta con quién quiere estar: conducta que se realiza por parte de los profesionales Siempre, Casi siempre o Normalmente (52.5%).
Si observamos los casos en los
que una conducta determinada se produce de modo habitual o con frecuencia,
podemos observar cifras que llegan hasta el 73.5% en algunos de los ítems
mencionados, por ejemplo el que dice: No
se le pregunta qué le apetece hacer. Es decir, se vulnera de un modo
habitual el principio de autonomía y se le desempodera hasta el punto de no
poder decidir por si mismo qué querría hacer en cada momento. Si la persona no
puede decidir qué hacer o con quién estar es porque es el profesional quien lo
decide, pero si a este dato le unimos que los profesionales no promueven la
autonomía, estamos ante situaciones que se producen en las residencias y que, a
mi entender, son muy graves.
A partir de las diferentes
dimensiones sacamos un ÍNDICE TOTAL DE TRATO INADECUADO que mostró presencia de
trato inadecuado (12.1%), indicios (31.4%). Si sumamos ambas puntuaciones nos
da la sobrecogedora cifra de 43.5%. Esto quiere decir que en una de cada dos
situaciones cotidianas de la vida en las residencias no
se está dando el trato digno que las personas mayores merecen.
Estudio II
En un segundo
estudio quisimos profundizar en las situaciones de negligencia y
trato inadecuado a personas mayores que se dan en el entorno residencial,
analizando las buenas y malas prácticas.
Se realizó un análisis observacional de la relación entre profesionales de atención directa (auxiliares de geriatría) y los residentes de cinco centros residenciales para personas mayores con la técnica Dementia Care Mapping (DCM), una herramienta de observación dirigida a las personas con deterioro cognitivo, y desarrollada como “un intento serio de adoptar el punto de vista de la persona con demencia, utilizando una combinación de empatía y habilidades de observación” (Kitwood, 1997). Las personas sobre las que se realizó la observación eran personas con demencia. La observación se realizó única y exclusivamente en las zonas comunes de la residencia y siempre fue realizada por un mapeador (persona certificada por DCM).
Se realizó un análisis observacional de la relación entre profesionales de atención directa (auxiliares de geriatría) y los residentes de cinco centros residenciales para personas mayores con la técnica Dementia Care Mapping (DCM), una herramienta de observación dirigida a las personas con deterioro cognitivo, y desarrollada como “un intento serio de adoptar el punto de vista de la persona con demencia, utilizando una combinación de empatía y habilidades de observación” (Kitwood, 1997). Las personas sobre las que se realizó la observación eran personas con demencia. La observación se realizó única y exclusivamente en las zonas comunes de la residencia y siempre fue realizada por un mapeador (persona certificada por DCM).
Como
resultado más destacable observamos las siguientes conductas de trato
inadecuado al residente por parte de los profesionales:
- Cosificar o tratar a las personas como si fueran un objeto (41%).
- Infantilizar o tratar a la persona mayor de un modo paternalista, como si fuera un niño pequeño (20%).
- Ignorar o comportarse (en conversación o acción) en presencia de las personas como si no estuvieran (16%).
- Intimidar o hacer que un participantes se sienta asustado o temeroso utilizando amenazas verbales o incluso la fuerza física (10%).
- Ritmo inadecuado o proporcionar información a un ritmo demasiado rápido que impide que la persona entienda (6%) .
- Desempoderar o no permitir a la persona mayor utilizar las capacidades que sí tiene (5%).
- Cosificar o tratar a las personas como si fueran un objeto (41%).
- Infantilizar o tratar a la persona mayor de un modo paternalista, como si fuera un niño pequeño (20%).
- Ignorar o comportarse (en conversación o acción) en presencia de las personas como si no estuvieran (16%).
- Intimidar o hacer que un participantes se sienta asustado o temeroso utilizando amenazas verbales o incluso la fuerza física (10%).
- Ritmo inadecuado o proporcionar información a un ritmo demasiado rápido que impide que la persona entienda (6%) .
- Desempoderar o no permitir a la persona mayor utilizar las capacidades que sí tiene (5%).
Estos dos estudios pretenden
poner de manifiesto la necesidad de fomentar actuaciones dirigidas a reducir el
trato inadecuado en las residencias. Posiblemente
estas conductas no fueron en ningún caso motivadas por mala fe por parte de los
profesionales sino que a menudo son actitudes que se naturalizan y dan como
resultado una baja percepción de las necesidades de los residentes. Por ello,
es importante resaltar que es necesaria una formación continuada dirigida al
personal de atención directa para sensibilizar de las buenas prácticas y, en
este sentido, la formación que incluya
cambio de actitudes es la única vía posible.
Una atención continuada, una mayor estimulación en las actividades diarias y durante todo el día, y sobre todo, una mayor calidez e implicación en las interacciones. Dispensar buen trato y hacerles sentir cómodos y seguros es tan importante o más que atender a las necesidades básicas (higiene, alimentación, vestido…). El cuidado y la atención que proporcionan los profesionales es esencial para mantener el bienestar de las personas mayores. Una atención cálida reconforta. Una vida sin apego, mata.
Una atención continuada, una mayor estimulación en las actividades diarias y durante todo el día, y sobre todo, una mayor calidez e implicación en las interacciones. Dispensar buen trato y hacerles sentir cómodos y seguros es tan importante o más que atender a las necesidades básicas (higiene, alimentación, vestido…). El cuidado y la atención que proporcionan los profesionales es esencial para mantener el bienestar de las personas mayores. Una atención cálida reconforta. Una vida sin apego, mata.
Referencias
Bazo, M.T. (2004). Perfil
de la persona mayor víctima de violencia. En J. Sanmartin (coor), El laberinto de la violencia. Barcelona:
Ariel.
Centro Reina
Sofía (2008). Informe Maltrato de personas mayores en la
familia en España. Valencia:
Centro Reina Sofia.
Iborra, I. (2009). Factores de riesgo del maltrato de personas mayores
en la familia en población española.
Zerbitzuan, 45, 49.57.
INPEA (2002). Declaración de Toronto para la
prevención global del maltrato a las personas mayores. Recuperado en octubre de
2016 de: http://www.inpea.net/images/TorontoDeclaracion_Espanol.pdf
Kitwood, T.
(1997). Dementia reconsidered. The person
comes first. Buckingham, UK: Open University Press.
Lachs, M. S. y Pillemer, K. (1995). Abuse and neglect
of elderly persons. New England
Journal of Medicine, 332, 437-443.
Pillemer, K. y Finkelhor, D.
(1988). The prevalence of elder abuse: A random sample survey. The Gerontologist, 28 (1), 51-57.
Pinazo-Hernandis, S.
(2013). Infantilización en los cuidados a las personas mayores en contexto
residencial. Sociedad y Utopía. Revista
de Ciencias Sociales, 41, 252-282.
Ruiz, A., Altet, J.,
Porta, N., Duaso, P., Coma, M., y
Requesens, N. (2001). Violencia doméstica: prevalencia de
sospecha de maltrato a ancianos. Atención
Primaria, 27 (5), 331-334.