Los principios que
sustentan y orientan la práctica centrada en la persona suscitan, habitualmente,
consenso. Reconocer la dignidad de las personas mayores, proporcionar una atención
personalizada, desarrollar su autonomía y su bienestar son enunciados que
cuando son formulados ¿quién no va a estar de acuerdo?. En el plano declarativo de
la ACP, en sus objetivos, tanto cuando se perciben posibles como inalcanzables,
no es donde se suele plantear la discusión, al menos de una forma abierta.
Llevar a la práctica la
ACP en el día a día de los centros y servicios no es algo obvio ni suele resultar
sencillo. Prestar una atención personalizada implica partir del conocimiento y
re-conocimiento de cada persona, ser capaces de llegar y sintonizar con lo
subjetivo del individuo, saber identificar sus capacidades y proporcionar apoyos muy particularizados. Y
esto no es fácil de hacer ni siempre es asumido en la total magnitud que ello entraña.
Los obstáculos, las
resistencias, las limitaciones pueden ser variados: cultura asistencial y
actitudes orientadas desde modelos paternalistas, escaso o inadecuado
liderazgo, insuficiente formación, falta de flexibilidad organizativa, escasa
motivación, clima laboral negativo, limitación de recursos, procedimientos
estandarizados, etc.
Un riesgo que en
ocasiones se aprecia es cuando se confunde lo declarativo con lo efectivo. Y es
que lo que defienden los modelos inspirados desde la ACP se tiende a percibir
como algo tan “de sentido común” que la respuesta inmediata puede llevarnos a
creer que “eso ya lo hacemos”.
Ignorar lo cotidiano,
pasar por alto cada atención, cada momento es un error que debemos evitar si
realmente apostamos por el camino de una calidad asistencial orientada desde la
atención centrada en la persona. Este enfoque busca, sobre todo, procurar una mayor
calidad de vida a las personas respetando su singularidad y autonomía, y esto cobra
realidad, básicamente, a través de la relación y la atención del día a día.
Si queremos avanzar hacia
una atención centrada en las personas
resulta imprescindible revisar las prácticas cotidianas. Concretar los postulados
de la ACP en las atenciones y relaciones habituales, ser capaces de identificar
las prácticas alineadas y las que están distantes o incluso llegan a situarse
en clara confrontación, resulta fundamental para hacer efectivo este enfoque de
atención. Chequear desde procedimientos
participativos cómo es realmente la atención
y la relación interpersonal en centro y si las prácticas son congruentes
con los valores que se defienden y pretenden impulsar. No hemos de conformarnos
con la declaración de intenciones, con la formulación y aceptación de principios
o enunciados genéricos. Debemos ser capaces de hacerlos efectivos en una
atención coherente en el día a día.
Algunas herramientas
pueden ayudarnos a ordenar este proceso de revisión participativa. Documentos
como el elaborado por el centro de documentación y estudios SIIS (2011) Los derechos de los residentes
y las especificidades del medio residencial. ¿Cómo compaginarlos? o
instrumentos como Avanzar en Atención Gerontológica
Centrada en la Persona, (Martínez, 2013) diseñado para
realizar una auto-evaluación de cómo es la atención dispensada en
residencias y en centros de día desde la ACP, pueden ser de gran utilidad.
Los métodos de chequeo
sirven, por un lado, para visibilizar y poner en valor las fortalezas del
centro y las prácticas afines a la ACP que se vienen realizando. Es fundamental
reconocer y celebrar los logros, los
progresos, las prácticas afines. Sólo si son puestas en valor, si se validan como buenas prácticas acordes al modelo, pueden llegar a consolidarse evitando que sean experiencias
aisladas que con el tiempo acaben desapareciendo o desvirtuándose.
Identificar y compartir
las buenas praxis es una estrategia potente que
refuerza a los equipos y ayuda a
construir y consolidar una práctica coherente. La red de buenas prácticas Modelo y Ambiente puesta en marcha desde la Fundación Pilares para la Autonomía
Personal es un buen recurso donde encontrar algunas iniciativas de interés que
pretenden avanzar tanto hacia una atención integral y coordinada como a
profundizar en una atención centrada en las personas.
Por otro lado, los chequeos
participativos desde la ACP permiten identificar las distancias y en
consecuencia proponer y programar cambios y medidas que busquen la mejora
teniendo claro hacia dónde avanzar.
Revisar la acción
cotidiana desde estrategias participativas
da la posibilidad de pararse y reflexionar,
intercambiando perspectivas, analizando
situaciones, avanzando desde la reflexión y el consenso. Ofrece, además, un marco formativo de continuidad ya conduce a los equipos a visibilizar en la práctica
cotidiana las acciones coherentes a la ACP diferenciándolas de las que se alejan.
Tener una actitud
abierta a la revisión y a la mejora resulta indispensable para seguir avanzando.
Concretando metas próximas y programando planes de mejora para lo que hoy
resulta alcanzable. No dando por
imposible para un futuro lo que hoy todavía no se puede cambiar pero que se reconoce
como un progreso deseable y coherente con el modelo de atención por el que se
está apostando.
Muchos equipos se
muestran sorprendidos cuando practican la autoevaluación desde la ACP y cuando desde una
reflexión compartida analizan la situación real de su atención. Para ello es
imprescindible partir de una actitud abierta a la revisión, lo que a veces es
preciso trabajar previamente desde una fase de sensibilización, abordando las resistencias y cuestiones relacionadas con el
clima laboral y el trabajo en equipo. Utilizar un método sistemático que
permita “bucear” en el día a día de la atención es importante para seguir
avanzando. Mantener la capacidad de “sorprenderse”, desde la humildad, es imprescindible.
Si nuestra respuesta ante las propuestas de la ACP es “esto ya lo hacemos”, éste es mi consejo:
chequeemos nuestro día a día.
1 comentario:
Un artículo para reflexionar sobre nuestro buen hacer en los centros gerontológicos.
Desde la más absoluta convicción de "esto lo hacemos", sencillamente "esto que hacemos" trasladado a un entorno distinto ¿podríamos hacerlo?, ¿podríamos decidir, porque es lo mejor para ellos? con nuestros mejores propósitos, sin duda alguna.
¿No es cierto que debiéramos reflexionar todos los profesionales cuando decimos a boca llena, "ellos están en su casa". Por tanto ellos deciden: si me asisten hombres o mujeres, si me baño a diario o cada mes, si tomo la dieta o como el bocata de zurrapa de lomo, si me levanto o me quedo en cama,…y cuando ellos no puedan decidir, no olvidemos qué decidían cuando aún podían hacerlo.
De obligado cumplimiento: una autoevaluación periódica, desde la humildad, es imprescindible.
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