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25 de marzo de 2015

¿Esto ya lo hacemos? Por Teresa Martínez







Los principios que sustentan y orientan la práctica centrada en la persona suscitan, habitualmente, consenso. Reconocer la dignidad de las personas mayores, proporcionar una atención personalizada, desarrollar su autonomía y su bienestar son enunciados que cuando son formulados ¿quién no va a estar de acuerdo?. En el plano declarativo de la ACP, en sus objetivos, tanto cuando se perciben posibles como inalcanzables, no es donde se suele plantear la  discusión, al menos de una forma abierta.
Llevar a la práctica la ACP en el día a día de los centros y servicios no es algo obvio ni suele resultar sencillo. Prestar una atención personalizada implica partir del conocimiento y re-conocimiento de cada persona, ser capaces de llegar y sintonizar con lo subjetivo del individuo, saber identificar sus capacidades y  proporcionar apoyos muy particularizados. Y esto no es fácil de hacer ni siempre es asumido en la total magnitud que ello entraña. 
Los obstáculos, las resistencias, las limitaciones pueden ser variados: cultura asistencial y actitudes orientadas desde modelos paternalistas, escaso o inadecuado liderazgo, insuficiente formación, falta de flexibilidad organizativa, escasa motivación, clima laboral negativo, limitación de recursos, procedimientos estandarizados, etc.


Un riesgo que en ocasiones se aprecia es cuando se confunde lo declarativo con lo efectivo. Y es que lo que defienden los modelos inspirados desde la ACP se tiende a percibir como algo tan “de sentido común” que la respuesta inmediata puede llevarnos a creer que “eso ya lo hacemos”.

Ignorar lo cotidiano, pasar por alto cada atención, cada momento es un error que debemos evitar si realmente apostamos por el camino de una calidad asistencial orientada desde la atención centrada en la persona. Este enfoque busca, sobre todo, procurar una mayor calidad de vida a las personas respetando su singularidad y autonomía, y esto cobra realidad, básicamente, a través de la relación y la atención del día a día. 

Si queremos avanzar hacia  una atención centrada en las personas resulta imprescindible revisar las prácticas cotidianas. Concretar los postulados de la ACP en las atenciones y relaciones habituales, ser capaces de identificar las prácticas alineadas y las que están distantes o incluso llegan a situarse en clara confrontación, resulta fundamental para hacer efectivo este enfoque de atención. Chequear  desde procedimientos participativos cómo es realmente la atención  y la relación interpersonal en centro y si las prácticas son congruentes con los valores que se defienden y pretenden impulsar. No hemos de conformarnos con la declaración de intenciones, con la formulación y aceptación de principios o enunciados genéricos. Debemos ser capaces de hacerlos efectivos en una atención coherente en el día a día.




 Algunas herramientas pueden ayudarnos a ordenar este proceso de revisión participativa. Documentos como el elaborado por el centro de documentación y estudios SIIS (2011) Los derechos de los residentes y las especificidades del medio residencial. ¿Cómo compaginarlos? o instrumentos como  Avanzar en Atención Gerontológica Centrada en la Persona, (Martínez, 2013) diseñado para  realizar una auto-evaluación de cómo es la atención dispensada en residencias y en centros de día desde la ACP, pueden ser de gran utilidad.

Los métodos de chequeo sirven, por un lado, para visibilizar y poner en valor las fortalezas del centro y las prácticas afines a la ACP que se vienen realizando. Es fundamental reconocer  y celebrar los logros, los progresos, las prácticas afines. Sólo si son puestas en valor, si se validan como buenas prácticas acordes al modelo, pueden llegar a consolidarse evitando que sean experiencias aisladas que con el tiempo acaben desapareciendo o desvirtuándose.

Identificar y compartir las buenas praxis es una estrategia potente que  refuerza a los equipos y ayuda a construir y consolidar una práctica coherente. La red de buenas prácticas Modelo y Ambiente puesta en marcha desde la Fundación Pilares para la Autonomía Personal es un buen recurso donde encontrar algunas iniciativas de interés que pretenden avanzar tanto hacia una atención integral y coordinada como a profundizar en una atención centrada en las personas.

Por otro lado, los chequeos participativos desde la ACP permiten identificar las distancias y en consecuencia proponer y programar cambios y medidas que busquen la mejora teniendo claro hacia dónde avanzar.

Revisar la acción cotidiana desde estrategias participativas  da la posibilidad de pararse y reflexionar, intercambiando  perspectivas, analizando situaciones, avanzando desde la reflexión y el consenso. Ofrece, además, un marco formativo de continuidad ya conduce a los equipos a visibilizar en la práctica cotidiana las acciones coherentes a la ACP diferenciándolas de las que se alejan.

Tener una actitud abierta a la revisión y a la mejora resulta indispensable para seguir avanzando. Concretando metas próximas y programando planes de mejora para lo que hoy resulta alcanzable.  No dando por imposible para un futuro lo que hoy todavía no se puede cambiar pero que se reconoce como un progreso deseable y coherente con el modelo de atención por el que se está apostando.

Muchos equipos se muestran sorprendidos cuando practican la  autoevaluación desde la ACP y cuando desde una reflexión compartida analizan la situación real de su atención. Para ello es imprescindible partir de una actitud abierta a la revisión, lo que a veces es preciso trabajar previamente desde una fase de sensibilización, abordando las resistencias y cuestiones relacionadas con el clima laboral y el trabajo en equipo. Utilizar un método sistemático que permita “bucear” en el día a día de la atención es importante para seguir avanzando. Mantener la capacidad de “sorprenderse”, desde la humildad, es imprescindible. 

Si nuestra respuesta ante las propuestas de la ACP es “esto ya lo hacemos”, éste es mi consejo: chequeemos nuestro día a día.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Un artículo para reflexionar sobre nuestro buen hacer en los centros gerontológicos.
Desde la más absoluta convicción de "esto lo hacemos", sencillamente "esto que hacemos" trasladado a un entorno distinto ¿podríamos hacerlo?, ¿podríamos decidir, porque es lo mejor para ellos? con nuestros mejores propósitos, sin duda alguna.
¿No es cierto que debiéramos reflexionar todos los profesionales cuando decimos a boca llena, "ellos están en su casa". Por tanto ellos deciden: si me asisten hombres o mujeres, si me baño a diario o cada mes, si tomo la dieta o como el bocata de zurrapa de lomo, si me levanto o me quedo en cama,…y cuando ellos no puedan decidir, no olvidemos qué decidían cuando aún podían hacerlo.
De obligado cumplimiento: una autoevaluación periódica, desde la humildad, es imprescindible.